La culpa no es de TINDER. Anatomía de un Experimento

La culpa no es de TINDER. Anatomía de un Experimento

Si fuera una Universidad y tuviese un equipo en mi departamento, a lo que voy a contar aquí, se le llamaría estudio o investigación “sociológica” (a lo mejor también “psicológica”). No soy lo uno (aunque he ido) y no tengo lo otro. Así que lo más parecido a una ficha técnica o metodológica de mi particular análisis sería lo siguiente:

  • Objetivo: comportamiento en aplicaciones digitales de citas. Tinder.
  • Universo: conjunto de personas en Tinder entre 40 y 65 años en Emiratos Árabes Unidos.
  • Muestra: los que aleatoriamente “picaron” el anzuelo (hombres y mujeres).
  • Nacionalidad: todas, porque esto es como el país de las Naciones Unidas: Francia, España, Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda, México, Colombia, Venezuela, Brasil, Italia, Grecia, Estados Unidos, Nigeria, Sudáfrica, Líbano, Jordania, Holanda, Alemania, India, China…
  • Metodología: alta como usuaria en Tinder con dos perfiles diferentes. Clic en me gusta a casi todos y esperar el resultado.

Mi “estudio” no pretende crear conclusiones “científicas” susceptibles de generalización. No he hecho un estudio, solamente he pasado unas semanas entretenida con un simple experimento felino (soy gata) que paso a compartir.

Di de alta dos perfiles diferentes (siempre hablamos de Tinder).

  • Perfil 1: le llamaremos “niña mona”, atractiva pero a lo normal y corriente, con fotos ideales, vestida muy casual, haciendo deporte, selfie divertido con amigas… vamos, la vecina típica que a todos nos gusta tener.
  • Perfil 2: le llamaremos “pidiendo guerra”, atractiva pero a lo exagerado y provocador, con fotos sensuales, vestida de noche, bailando insinuante, selfie con morros de beso y escote pronunciado… vamos, la vecina típica que a todos también nos gustaría tener, pero para otras cosas.

La dinámica es muy fácil. Una vez que estás dado de alta en el sistema, se aparecen todos los hombres y mujeres (también hay mujeres que buscan a mujeres) del universo que has seleccionado y ya es sólo swipe to the right si te gusta o swipe to the left si no te gusta. Como he comentado, a casi todos los que estaban en el universo definido les decía que me gustan exceptuando los que no tenían foto, los que parecían emiratíes (no me preguntéis por qué los he descartado), los que ponían fotos de actores famosos, los que en vez de foto ponían avatares y otros, que aunque encajaban en el perfil, en serio, ni como experimento podía decir que me gustaban.

La verdad que el mundo de elegir cita “a la carta” es de lo más divertido (si no se tiene nada mejor que hacer). La primera clasificación que haría, por obvia, es la de la foto. Así, encontraría y resumiendo mucho porque las categorías podrían ser casi iguales al total del universo:

  • LOS QUE SE LO CREEN: aquellos más que encantados de conocerse que han puesto una foto deliberadamente estudiada, incluso de book fotográfico. Primer plano con mirada penetrante, actividad deportiva enseñando músculo, deporte de riesgo y es que soy divino de la muerte, casual como que pasaba por allí pero es que mira que bien salgo…
  • LOS NORMALES SIN SAL: tengo la sensación de que parecen hasta asustados. Ayayayay… hay que poner una foto, y qué foto pongo, bueno, venga ¡pues ésta!
  • LOS NORMALES SALADOS: conscientes de su normalidad se hacen eco de su simpatía, y la verdad en muchos casos te sacan una sonrisa. Selfies en el ascensor, casual como que pasaba por allí pero de verdad como que pasaba por allí, con grupo de amigotes, o haciendo deportes pero normalmente con alguna pose divertida …
  • LOS FAMILIARES: fotos con sus maravillosos hijos, intuyo que avisando que vienen con su pasado, y, al menos, avisan, que se agradece.
  • LOS QUE NO SÉ EN LO QUE ESTABAN PENSANDO y ponen fotos de ellos con su mujer, su novia, su lío o lo que sea… Los que se hacen un selfie que jamás debía haber sido publicado, los que no debían tener ni un amigo que les hiciese una foto y la que tienen está borrosa, desenfocada o descuadrada…

Y dejémoslo ahí y pasemos a otra categoría imposible de clasificar, la de la edad. Mienten… y mucho, en ambos sentidos:

  • LOS QUE SE QUITAN: suele coincidir con los que están cerca de los 60 o los pasan. Estando en una aplicación de ligoteo deben entender que si dicen 59 no hay manera de comerse nada con un bombón de 28 a no ser que sea pagando (que lo hay). A algunos no se les nota. Tienen 50 y te dicen 46, ok, vale. Otros… ya va cantando un poquito, suelen estar en el rango de 55 y te dicen unos 48-50 y lo dicho, va cantando un poquito… Los de cerca de 60 y un poco más no cantan, son tenores profesionales. Ya que se quitan, se quitan y tranquilamente te dicen que tienen 45, 46, 47, 48… Haciendo un paréntesis y hablando de quitarse años, este descuento de vida (que no descuento vital) me recuerda una cita de la maravillosa novela Tuesdays with Morrie (en español “Martes con mi viejo profesor”) y su versión televisiva cuando un fantástico Jack Lemon, mayor y enfermo terminal, le dice a su alumno “Es imposible que los viejos no envidiemos a los jóvenes. Pero la cuestión es aceptar quién eres y gozar de ello. Tenemos miedo a la vejez, toda esa importancia que se le da a la vejez, no me la trago…

Si te quedaras con 22 años, serías tan ignorante como cuando tenías 22…

 Me encanta ser un viejo sabio cuando es adecuado ser un viejo sabio, pienso todo lo que puedo ser y tengo todos las edades hasta la mía ¿lo entiendes?”
  • LOS QUE TIENEN LA QUE TIENEN: se suele notar. Suelen estar en la década de los 40 y asumen tienen edad para estar en el mercado. No comments.
  • LOS QUE SE PONEN!!!: esto me ha resultado divertidísimo y es que se ve claramente que son unos pipiolos casi imberbes y que de repente se plantan diciendo tienen 45 y hasta 50… y que sólo puedo interpretar en el contexto erótico festivo del deseo inconfesable a lo Anne Bancroft o Mrs. Robinson en “El Graduado”.
  • LOS QUE NO SÉ EN LO QUE ESTABAN PENSANDO y se etiquetan de los 100 hacia arriba… Pues eso.

Intentemos clasificar por estatus civil (soltero-casado-divorciado-viudo) y por profesión. En cuanto a esta última… resulta curioso que Tinder debería convertirse en el nuevo Linkedin… No he visto más directivo por metro cuadrado que aquí… Todos, o bueno, muchos, muchos, muchos, son directivos de lo que sea, pero directivos… y si no son directivos, son owners-dueños de su empresa… y por ser, por ser, los he visto, porque claro, acabas encontrando a muchos amigos y a muchísimos conocidos y dices ¡¡¡¡pero!!!! Yo calladita, que soy gatita investigadora y no puedo violar la intimidad de nadie, pero he visto como amigos que creía eran ejecutivos de oficina de ocho horas de repente… de repente… de repente en Tinder eran Fisioterapeutas dando masajes a domicilio!!!!! Lo dicho, el nuevo Linkedin.

En cuanto al estatus civil la clasificación se quedaría bastante plana. Casi nadie define un estatus concreto y las descripciones de cada uno son… Están los que no se describen, que hasta creo que es lo mejor. Los enigmáticos que te dicen secrets in the desert… Los que te sueltan una parrafada contándote su vida hasta que han llegado a vivir a Emiratos… Curiosamente casi todos son deportistas, les encanta viajar, comer y beber, la aventura, el cine… y buscan a alguien divertido, con sus mismas aficiones, “genuino” y “real”… Sigo con el no comments. Los hay románticos que buscan a un beautiful angel para volar juntos con las alas doradas de la pasión !!!! Olé!!!!! Y los hay de lo más práctico que directamente te dicen abstenerse si eres de pago!!!!!

A ver, haber, haber, los hay hasta casados que te cuentan que tienen el permiso de su mujer para buscar a una third party para enredos varios, siempre, eso sí, bajo el amor, la aprobación y también la presencia de su mujer… Y para terminar este apartado, vuelven de nuevo los amigos y los conocidos… y bueno, siempre están los que no sé en lo que estaban pensando. El por qué están aquí con un estatus diferente al de su vida real, corresponde al ámbito de su intimidad y su libertad. Menos mal que no soy Universidad y que ésto no es una investigación oficial con un análisis sociológico (o psicológico). No querría esa responsabilidad. Es lo bueno que tiene ser gatita, que directamente paso al cómodo comodín No comments y que cada uno se quede con la historia que quiera.

Interactuando con mi perfil de “niña mona”, fotos ideales y perfil de me gusta viajar, los deportes, blablablá… las conversaciones suelen ser casi de copy-paste todas. O somos planos, o la interacción vía chateo por móvil no dá para más, o reflejamos los sueños de lo que sabemos el día a día es imposible que te traiga, o nos olvidamos de quiénes somos, pero es que de repente te encuentras con unas situaciones tipo:

– Hola ¿qué tal? – Niña mona.

– Hola, gracias por hacer clic en que te gusto… – Él.

Todos son educadísimos. Y ahora te toca contestar ¿por qué te gusta? y ¿qué le dices? ¿por tu foto? ¿por tu personalidad según lo que has contado de ti? Ayayayaayayayayayayayayay!!!

– Sí hombre, me gusta mucho tu foto y lo que cuentas de ti…- Niña mona.

– Gracias. A mi me gustan mucho tus fotos, pareces una mujer con mucho estilo – Él.

Y es que como digo son requeteeducadísimos. Te haces un poco la tonta o ingenua.

– Gracias, gracias, qué majo…. – Niña mona.

Y suele continuar una retahíla de preguntas tipo cuánto llevas aquí, en qué trabajas, de dónde eres hasta que de repente te sueltan…

– ¿Y qué esperas de Tinder?- Él.

No estaba preparada para esa pregunta… le acabo de conocer… llevamos solo 8 mensajes… ¿qué tengo que decir?… ¿matrimonio? ¿amistad? ¿amor? ¿sexo? ¿diversión?…

– Pues… que nadie me pregunte éso… – Niña mona.

Es lo único que se me ocurrió decir. Y el único que me contestó algo divertido fue un Noruego que me dijo pues entonces ya de quedar ni hablamos y hubiese sido también el único, por su respuesta y también porque parecía atractivete, con el que hubiese quedado. Pero esto era una experimento y yo estaba jugando con una personalidad falsa, así que, no valía.

La mayoría del resto de conversaciones bastante planas parecidas a las de barra de discoteca y todas encaminadas a un primer ¿tomamos algo? También se podría hacer una clasificación en cuanto al tipo de invitación. Están los que te invitan a cenar, se agradece. Los que te prefieren ya cenada y te invitan sólo a unas copas. Los que te invitan sólo a un café, otros más generosos te dicen a desayunar, lo que intuyes implica puedes ser más expansiva en lo que pidas. Y, también, los que no asumen invitación y no saben qué inventarse para quedar sin que implique que ellos gasten.

La verdad es que es fascinante el universo Tinder. Esa falsa apariencia de comodidad escondida bajo la prácticamente sombra del anonimato. Nadie sabe quién eres, nadie ha convivido contigo, nadie tiene referencias, puedes, como yo en este caso, hasta no ser, o ser otro, o ser en Tinder lo que no eres o como no eres en la realidad… No quiero ser Universidad y tener que analizar.

Más fascinante es cuando una vez eliminado mi perfil de “niña mona” paso al de “pidiendo guerra”, fotos atracativas y perfil simple de estoy sola y aburrida. Las mismas fotos, porque están los mismos. Pero no son ellos. Son otros. El tipo de conversación e incluso el inicio de la conversación no tiene nada que ver con la de “niña mona”. El hecho de tener fotos con actitud atrevida cambia lo que antes era un educadísimo Hola, gracias por hacer clic en que te gusto… por un saludo más directo y descarado… Hola guapa! Vaya fotos más chulas! A qué te dedicas? Intuyo que asumiendo por las fotos que debo ser gatita fácil, ni se preocupan por ti y van a lo que van sin perder el tiempo y, asombrosamente, las conversaciones de “pidiendo guerra” ni las reproduzco, pero las resumo. Eran los mismos, perdón, eran las fotos de los mismos, pero, evidentemente, no eran los mismos.

Preguntarte el precio por estar contigo parecía bastante normal y asumible… Y a muchos hasta creo que les gustaba… He llegado a descubrir que 1500 dirham por hora es caro, que eso para los locales, y que, como gata, tengo que decir que tristemente, me han contado que por 500 dirham tienen chicas por todo un día, por no hablar de los que tan tranquilos te sueltan que si te pasas por su casa te pagan el taxi. Y paro de contar. Me resulta desagradable.

En cuanto a fantasías… Sorprendida también por lo fácil que resulta en menos de 6 mensajes de texto abrirse paso a una serie de fantasías sexuales, que evidentemente, sólo la seguridad de no conocerse, no saber quién está detrás de cada foto, no saber si quiera si en verdad vas a quedar o no con quien estás chateando… Interactúas solo con una foto que en menos de un segundo puedes volver a eliminar de tu lista de “me gusta”, con lo cual, de perdidos al rio, sólo esa falsa seguridad te permite entrar tan “a saco”.

Desde luego la de burradas que harían para que “pidiendo guerra” “fuese de ellos”…  y de la manera tan explicita que me las han descrito… Hasta que llegó la excepción, porque llegó. No puedo decir su nombre pero sí que diré su nacionalidad. Un guapo nigeriano, de unos 45 y fotos a lo normal sin sal que pasaba por allí. Empezando yo la conversación típica del perfil “pidiendo guerra” me contestó:

– Pero, no entiendo, en verdad, ¿qué quieres? – Él.

– Un hombre de verdad, que no hay muchos – “Pidiendo guerra”.

– Yo soy un hombre de verdad pero no sé qué quieres decir con eso – Él.

Asumiendo que como todos, iba a lo que iba, entré en materia.

– Puedo ser tuya… – “Pidiendo guerra”.

– Y ¿por qué quieres eso? Quiero decir, ¿por qué quieres ser mía?- Él.

¿Dónde hay un smiley para ponerlo con ojos que se salen y cara de sorprendida? Menos mal que siguió escribiendo él porque no sabia qué contestarle, no le iba a decir, pues lo que todos te dicen.

– Mira, soy de Nigeria, y te podría hablar de esclavitud. Es la peste de África todavía. Así que no creo que debieras pensar en “pertenecer” así a nadie. – Él.

Esto no estaba para nada en el guión y fue la perfecta y no planificada conclusión a mi labor de gata investigadora.

– Gracias! Creo que eres el único hombre real que he encontrado por aquí – “Pidiendo guerra”. – Lo que me has dicho es muy bonito –

– A ti, si quieres dame tu teléfono y hablamos o quedamos – Él.

– Mejor no, gracias. He decidido eliminar este perfil. Mejor dejarlo así – “Pidiendo guerra”.

Y eso hice.

No he violado para nada la intimidad de nadie en ningún momento. Mis imágenes no eran reconocibles. Y, aunque ha habido momentos que estaba interactuando con personas que sí conocía, aquí somos ya todos muy libres y muy mayores para saber lo que estamos haciendo o diciendo. No juzgo nada, ya que la libertad e intimidad de los adultos es sagrada y cada uno que responda ante su contexto. Todas las conversaciones y los perfiles están totalmente borrados. De la interacción con los perfiles de mujer solamente decir que curiosamente eran totalmente reales. Mujeres lesbianas que buscaban mujeres, sin rodeos, ni historias, y en cuanto intuían no eras lesbiana, sino curiosa, te decían tranquilamente que no es lo que buscaban o que dejases de “enredar”. No estoy haciendo ningún análisis de gatos-gatas, ni estoy generalizado acerca de si todos los gatos son pardos. Divina diversidad. He conocido parejas que se han casado y tenido hijos y su historia empezó en Tinder. La culpa no es de Tinder ¿Culpa? Lo reales que seamos o no en cada situación es exclusivamente nuestro, no es tecnológico, virtual o presencial, es nuestro.

Voy a volver al “viejo Morrey” que en vez de quitarse años tenía todas las edades hasta la suya, y, para terminar, reproduzco literalmente la traducción de uno de los párrafos más bonitos de la novela:

–¿Te he hablado de la tensión de los opuestos? –me pregunta–.

–¿La tensión de los opuestos?

–La vida es una serie de tirones hacia atrás y hacia delante. Quieres hacer una cosa pero estás obligado a hacer otra diferente. Algo te hace daño, pero tú sabes que no debería hacértelo. Das por supuestas ciertas cosas aunque sabes que no deberías dar nada por supuesto.

Es una tensión de opuestos, como una goma elástica estirada. Y la mayoría de nosotros vive en un punto intermedio.

–Algo parecido a un combate de lucha libre –le digo–.

–Un combate de lucha libre–dice, riéndose–. Sí, la vida podría describirse así.

–¿Qué bando gana entonces? Le pregunto.

–¿Que qué bando gana?

Me sonríe, con sus ojos llenos de arrugas, con sus dientes torcidos.

–Gana el amor. El amor gana siempre.

Fin de la Anatomía de un Experimento.

@acatinthedesert

COMMENTS

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  • Suzana 8 years

    Divertida y real reflexión. He pasado un rato muy agradable leyéndolo.

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