La risa es el lenguaje del alma y las vidas son paralelas

La risa es el lenguaje del alma y las vidas son paralelas

Escenario 1: Normalmente me levanto feliz, no me cuesta, me gusta despertarme. Dependiendo de la hora, remoloneo, pero no por cansancio, sino para empezar a activar de manera lenta y cómoda las neuronas. Pienso en mis cositas, en qué momento dejé de existir la noche anterior, qué me toca hacer hoy, y las típicas reflexiones desordenadas de un recién despertar con el resto del día por delante.

Gustarme, gustarme, me gusta que sean las seis, las siete o las ocho de la mañana, abra los ojos, y haya cielo azul, sol y luz. Mucha luz, y a eso me he acostumbrado desde que vivo aquí, a que los días grises no son excusa para quedarse en casa porque literalmente no existen.

Esa bonita energía de mañana con cielo limpio ayuda a que a veces me sorprenda cantando bajo la lluvia. Ese momento de ducha mañanera fresca, a la que sigue un cuidado secado con toalla, y un feliz olor a café preparándose mientras toca un rato de cremitas por aquí, cremitas por allá, armario, tocador, y guapa para empezar el día.

La fantástica sensación de calma, de café con lectura tranquila, periódicos, cotilleos, emails retrasados, whatsapp no contestados, le sigue un poco de toque de maquillaje, segundo cepillado de dientes y “mood” operativo que te prepara para el resto del día, que ya no está en tus manos.

Escenario 2: Normalmente me despierto con ganas de romper el despertador. A ver si llegan las vacaciones y mando a todos a paseo. Que los niños vayan al colegio me parece fantástico pero que me toque a mí preparar todo, no venía en el libro de instrucciones. Me voy a duchar corriendo que si no llegan tarde. Antes de la ducha, paseo rutinario por el pasillo a gritos para que se despierten. Pero como siempre, a ducharme en 5 minutos porque envuelta en la toalla me toca la segunda ronda de pasillo comprobando que todavía siguen en la cama, y yo, de nuevo, a gritos más las frases rutinarias de ¿todavía no os habéis levantadooooooooo? Pues yo me voy y no espero a nadieeeeeeeeee.

Que ¿qué me pongo? Lo que sea, total, dejarlos en el colegio, compra y vuelta a casa, no, no, que hoy he quedado para comer con Elena, pues, esto mismo y ya me pintaré el ojo en el coche porque ahora no me da tiempo.

¡Vamoooooooooossssssss! Que el desayuno está ya en la mesa y se queda fríoooooooooo, y yo no vuelvo a calentarlo ¿eh? Que no se me olvide enviar un whatsapp a Blanca para que ella se lleve a Mario después del colegio a la clase de tenis, que me toca a mí llevar a los otros a las clases de inglés.

Hoy cenamos todos en casa, viene también Pedro de viaje ¡churros! no me acuerdo a qué hora, le voy a mandar un whatsapp, “amor, a qué hora llegas, te llamo luego que, si no, llegamos tarde al colegio, como siempre, no hay quien los levante”.

Cuento tres y quien no esté abajo aquí se queda. Unaaaaaaaaaaaaa, dossssssssssssssssss y…

Escenario 3: Normalmente me despierto cuando a él le toca despertarse. Imposible seguir durmiendo con tanto ruido matutino, ¿me preparas un cafecito? ¿me queda bien esta camisa? ¿sabes que hoy tengo que reunirme otra vez con… y ya sabes que el tema está calentito… a ver por dónde nos sale hoy? Que no se me olvide llevarme los documentos, por cierto, igual no vengo a cenar, tenemos todavía la delegación de ingleses con nosotros.

Ummmmmmmmm que bueno el café, ¿te importa prepárame otro? Me he puesto esta gomina, pero ¿me queda un poco rara no? Sí, te queda rarísima, no te has puesto la gomina sino la crema de cuerpo otra vez. Es que con tanto botecito siempre me confundo. Yo no me confundo. Es que tú eres tan perfecta. Qué guapa estás ¿qué haces hoy? Yo también tengo reuniones, no sé a qué hora termino, no vienes a cenar ¿no? Pues igual quedo con Paloma que hace mucho que no la veo.

Ahí te dejo el café que tengo que terminar de arreglarme. Hombre no, no te vayas, tómate el cafecito conmigo que, si no, no te veo. Es que tengo prisa y si no, no me da tiempo… Anda ven que estoy tontorrón… Deja el teléfono, anda, ¿a quien le escribes ya mensajitos?

Si me caso otra vez, aparte de la separación de bienes pido la separación de espacios, tiempos y de paso, no me caso.

Escenario 4: Normalmente me levanto y no quiero despertarme. Le echo de menos. Ya no lloro. Su olor me falta. Ya han pasado casi dos años, pasan los días, pasa la vida, como diría la canción, y yo no sé si avanzo o cada vez me quedo más estancada.

La pregunta de por qué, ya no me ronda, pero la sensación de no hice nada para que en un minuto la vida me diese la bofetada más grande que te puede dar, ahí sigue. El ya nunca más un beso, el ya nunca más su presencia, nuestras conversaciones, nuestro día a día… me queda la rutina de la energía que me da nuestro pequeño. Verle tan feliz, me ayuda, pero las no repuestas ahí siguen, acompañándome como una nube siempre encima, a veces ligera, a veces, más pesada, a veces, con tormenta.

Ya le oigo refunfuñar que quiere dormir un poco más antes de ir al colegio, y le dejo, le doy un beso, me ducho tranquila, y cuando salgo ya le despierto para empezar nuestro día. Le quiero. Te quiero.

Escenario 5, escenario 6, escenario 7… y así hasta los más de 7 billones que habitamos el planeta tierra. Y quién sabe si todavía más en el resto del universo. Cada individuo, un escenario.

Mi vida pasa en casi ya cuarenta y cinco años y mientras unos lo miden con un, pero qué bien estás que no se te nota, y yo pongo cara de póquer porque más que agradecer es que no sé qué quiere decir eso de “que se te nota o no”, qué se nos tiene que notar o qué no, yo lo intento medir en cómo me siento y qué significado tiene realmente lo que voy consiguiendo o destruyendo. Error, porque es mucho más fácil medir todo por el número de arrugas que nos van saliendo. Un poco de botox ayuda siempre a reducirlas. Pero los años, con o sin ellas, igual que, con o sin kilos, siempre aumentan.

Hace tiempo que asumí que se me arruga la cara, pero no por los años, sino por la sonrisa. Soy de sonrisa natural, la vida me ha regalado ese gesto, y a la vida, y a mis padres, les estoy agradecida por ello. He oído las opuestas teorías de qué bien porque riéndote mucho activas todos los músculos de la cara y ayuda a estar radiante, a la contraria, de por tanto reírme los surcos que se forman en la boca, ojos y nariz se te van a quedar más marcados. Y me he seguido riendo, aun cuando lo único que me salían eras las lágrimas del corazón.

“Niégame el pan, el aire,

la luz, la primavera,

pero tu risa nunca

porque me moriría”

-Pablo Neruda-
Qué maravilla que existan Nerudas para decir las cosas como de verdad se deben decir. Acabo de llegar de una isla donde cualquiera de las cosas de los escenarios de nuestros ficticios personajes cuando se despertaban eran más que ciencia ficción. Despertadores no hay porque no hay electricidad. La ducha mañanera se convierte en chorros de cubos de agua no potable. El ir a trabajar no existe porque existe el ir a sobrevivir. El camino del colegio se traduce en horas de paseo, sin zapatos en muchos casos. Y la sonrisa es el lenguaje común, porque yo no hablaba su idioma, ni ellos el mío. Creo que vuelvo más arrugada todavía porque he sonreído muchísimo.

Y la vida sigue pasando. Vuelves y te espera tu rutina, tu despertador, tu trabajo y tu entorno. La de vidas paralelas que hay y el misterio de por qué somos unas y no otras. Los años además de arrugas me traen fuerza, y para seguir complicando esta extraña reflexión, cuanto más fuerte, más capacidad tengo de que me afecte todo. Continúo siendo un giver y a pesar de la de takers que me rodean, los años también te traen mejores amigos y recursos que te recuerdan que sigas en tu sitio, que es el que nos ha tocado, y en él creamos un significado importante con cada uno de nuestros movimientos.

Además de aprender esa lección, que es diaria, ejercito el gimnasio cerebral para tener la fuerza de ser lo necesariamente egoísta, que no es lo mismo que egocentrista, y decir no, todas esas veces que hay que decirlo. Y si es con una sonrisa, pues mejor. Que como Neruda, que es hoy en quien me recreo, decía “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”, y,  “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida.”

Siempre os sigo observando, si no, no sería un gato en el desierto.

 

 

 

 

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: 0