Entre el tantra en el desierto y el fondo del mar hay una joya Piaget

Entre el tantra en el desierto y el fondo del mar hay una joya Piaget

Todo tiene su por qué, como mi largo silencio, y todo su explicación, como la relación entre una sesión tantra en el desierto, la vida en el fondo del mar, y, cómo, entre uno y otro, me encontré una joya Piaget. La verdad es que la conexión entre estos tres elementos tan diferentes, entenderla, entenderla, pues se entiende con la lógica del estar always around, y por estar siempre así, por ahí, y totalmente open o abierta, la vida se me llena de historias.

Por orden, la del tantra y el desierto, o, mejor dicho, en el desierto, viene primero. El tantra siguiendo a Wikipedia (que lo sabe todo) “es una de las variadas tradiciones esotéricas orientales que enseñan a utilizar el deseo material con el propósito de espiritualidad” y súper resumiendo el resto, puede haber dos variantes la hinduista y la budista, y dentro de ellas, el sendero de la mano derecha o, el que nos interesa, el de la mano izquierda, igual a los tantras superiores o internos, que, incluyen técnicas de meditación y ritualización a través del acto sexual. Y aquí quería llegar, una cosa es el tantra siguiendo a Wikipedia y otra el tantra según la cultura popular. Dile a cualquiera de tus amigos que has ido a una sesión tantra y, o no saben a dónde has ido, o te miran con cara de cuéntamelo… todo y… ¡¡¡¡ya!!!!

Yo no iba a una sesión tantra, yo solo iba a pasar un fin de semana al desierto. Este gatito se siente libre y pleno en este medio, y la inmensidad de Liwa, ya sabéis que me transforma y recarga de la fuerza de la energía más primitiva. Llamé a mi amigo emiratí que todos los jueves se marcha al desierto con un grupo variopinto de invitados, desde artistas a médicos, abogados, estudiantes, diplomáticos, empresarios, cuentistas, jóvenes, mayores, árabes, no árabes…

– Fulanito, que me apunto este fin de semana. Necesito salir de Dubái y centrarme en un par de libros, bañarme en la piscina y dar paseos amaneciendo.

– ¡Oh! Mi gatita favorita, claro que sí, ya sabes que para ti siempre hay sitio.

– Fenomenal, me apetece muchísimo. Salgo desde Dubái – normalmente el punto de encuentro es Abu Dabi – así que nos vemos directamente allí en el valle de los secretos.

– Vale gatita, qué feliz soy siempre que vienes.

Mi amigo emiratí es todo un personaje divertido y generoso, un poco liante, pero creo va en la naturaleza del desierto. Tiene dos campamentos espectaculares en Liwa prácticamente en la frontera entre Emiratos y Arabia Saudita (principio del inmenso Empty Quarter). En el primero solemos parar para ver la puesta de sol y luego tumbados, mirando cómo sale la luna, empieza el ritual del valle de los secretos. En el segundo, parada y fonda a lo Don Quijote, dormimos y comemos. Si además digo que, tanto en uno como en otro, la hierba verde y fresca y las palmeras, rodean las piscinas de agua natural, que ambos se encuentran entre dunas de arena de 30, 40 y 70 metros de alto, que el primero es un retiro con motivos árabes tradicionales, y, el segundo, un centro de arte con esculturas desperdigadas por todos los lados… Sí, sí, hablo de una especie de oasis mágicos en medio del gran desierto de dunas rojas, naranjas y amarillas que descubren en sus valles el espejismo de una realidad solamente creíble si vives aquí.

Conduciendo desde Dubái me encontraba cuando mi amigo, siempre pendiente de todo, me llama para comprobar que no me había perdido (no es tan fácil llegar):

– Gatita ¿cómo vas? Nosotros ya hemos salido y en camino.

– Bien, sigo la localización que me has mandado con google maps y por ahora sin problema ¿Cuántos somos este fin de semana? – Normalmente los grupos son de entre 5 y 12 personas – ¿Quién viene?

– Somos unos 24, pero tranquila que tú tienes tu habitación sólo para ti.

– ¿24? ¿Tantos? ¿Quién viene? Mira que he venido veces, pero nunca hemos sido tantos…-

– ¡Ah! Gatita ¿no te lo había contado? Je je ¿no te he avisado de lo que vamos a hacer este fin de semana?

– No… sorpréndeme… ayayayayay…

– Pues es que viene un grupo muy interesante que va a hacer un retiro de yoga tantra…

– ¿Queeeeeeeeeeee…? ¿Un retiro tantra? Pero ¿quién viene? ¿quiénes son?

– Es un grupo muy simpático y tranquila que es una sesión de “tantra blanco”…

– Pues bueno, cuando llegue me empiezas a contar qué quiere decir lo de blanco, lo de tantra más o menos lo sé, y de dónde ha salido este grupo…

– Je je gatita, que ya me conoces, es una pareja rusa que por lo visto son unos “maestros” de ésto.

– Bueno, bueno, te dejo que voy conduciendo y te veo como en una hora y media, anyway, yo me he traído un par de libros que necesito leer unas cosas…

Como le conozco, y lo imprevisible le define, pues seguí conduciendo y allí me encontré a un grupo, casi todos rusos, de fervientes seguidores de una pareja, que ellos mismos iban de guapo-erótico-místicos, y que yo, en ningún caso, intuí nada especial. El gatito no siempre conecta con todo el mundo. Pero antes de describir al grupo y lo que pasó, aclararé los diferentes colores del tantra, que es una de las primeras cosas que pregunté:

  • White tantra o blanco: según mi amigo, je, je, es el que “no pasa nada”, sólo se hacen ejercicios para liberar estrés, y otros en pareja y grupo para dejar fluir el amor (que no el sexo) y los sentimientos bloqueados, “pero tranquila gatita que no hay más que inocentes caricias y abrazos”. Según una definición un poco más “formada”, el yoga tántrico blanco nos permite pasar a través de aquellos bloqueos subconscientes de modo que puedas disfrutar de la vida y liberar el peso emocional que cargas sobre ti. Es practicado en parejas como una meditación grupal y te permite trascender la dualidad masculino-femenino, sol-luna, positivo-negativo, trabajando sobre tu polaridad. Con este tantrismo se despierta solamente el fuego, pero no el orgasmo… Está presidida por el amor, la castidad y la fidelidad.
  • Grey tantra o gris: según mi amigo “gatita, je je, este ya es más fuerte, en este hay ya otro tipo de tocamientos, pero tranquila que no es el que vamos a tener aquí, je je, ojalá, jejejejejeje”. Y cambiando a una definición más elaborada, en el tantra gris, agárrense, se alarga el acto sexual, pudiendo concluir a veces con el orgasmo y la eyaculación, pero sin deseo de despertar la consciencia… ahora viene lo mejor, es el goce animal sin anhelos trascendentes.
  • Black tantra o negro: definición de mi amigo “je je, en este ya pasa de todo, gatita, je je ¿te imaginas?”. Obviamente, prefiero no imaginar, y siguiendo la definición más “científica” nos encontramos con que, en la práctica del yoga tántrico negro, sí que se produce eyaculación y orgasmo, de una manera manipulativa incluyendo el despertar de la cola de satán ¡¡¡ !!! En el tantra blanco al no haber orgasmo, la energía asciende hacia arriba y abre y libera la puerta de los 7 chakras. En el negro, con el orgasmo, toda la energía desciendo hasta los infiernos atómicos del hombre ¡¡¡ !!! Es una manipulación de energía para controlar otro ser humano. Se identifica generalmente con codicia, avaricia, egoísmo, frustración y un total desapego a todo lo relacionado con los sentimientos.

Como podemos ver entre las definiciones de mi amigo y las de diferentes artículos sobre el tema hay cierta diferencia, como diría él “je, je”. Y una vez ilustrados en los colores tántricos, pasamos al grupo, que tengo que decir, me pareció de lo más insulso y poco atractivo. Varias nacionalidades como alemanes, sirios, egipcios, italianos, pero al ser los masters rusos, la mayoría de los participantes también lo eran. Los intuí bastante planos por el nivel de conversación que logré mantener con ellos (planos por la poca fluidez e interacción) y con alguna excepción, poco receptivos y con poco sentido del humor. Los sentí cerrados y desconfiados. Es extraño porque es precisamente todo lo contrario a lo que vivo cada vez que vamos a Liwa. En estos tres últimos años puedo decir que he ido con bastante frecuencia y los grupos suelen funcionar bastante bien. Todo el mundo se abre y se dedica a dejar la mochila del día a día atrás, se deja llevar por la fuerza del momento que ofrece el desierto y todo se transforma en fascinante energía positiva, música, conversaciones, bastante buen humor, largos paseos, baños mágicos en la piscina-oasis, comida tradicional, frutas, momentos tranquilos y momentos, muchos, hilarantes, de los de literalmente “partirte de la risa”.

 

Describir este desierto y el por qué de su magia y gran carga de energía, aparentemente, se queda en un simple inmensas dunas mágicas de colores cambiantes en toda la gama de naranjas y rojos dependiendo de la luz del día. Me cuesta entender la asociación del desierto a la nada, cuando, es precisamente esa nada lo que llena con rotundidad y da significado completo a la totalidad. Hace poco estaba en la inauguración de la exposición de esculturas del gran Xavier Mascaró en Abu Dhabi y decía que son precisamente los huecos de sus esculturas donde se supone hay “vacío” lo que completa y da significado al “todo”. Aquí pasa algo parecido, es la inmensidad de algo que parece nada lo que de repente da significado al todo, junto al silencio, lo que todavía da más fuerza a la experiencia.

Volviendo al grupo insulso, al tantra blanco, y a mi amigo emiratí, alias “je, je”, decir que, no, no me uní a su programa con pequeñas excepciones y me dediqué a disfrutar tranquila de la piscina, mi lectura, y las comidas que sí hacíamos todos juntos. Al final del día las sesiones eran, en teoría, de pura meditación y relajación, así que dije, bueno a estas sí me apunto.

La primera era un juego de rol donde todos los hombres se sentaban en el centro con los ojos cerrados y las chicas nos quedábamos fuera, de pie, y teníamos que representar nuestra manera de amar y sentir en los diferentes roles de la mujer: amiga, hermana, hija, madre, esposa y amante. La master rusa con su intérprete en inglés, explicó las reglas del juego, perdón del ejercicio meditativo-constructivo-evolutivo, repitiendo muchas veces que los chicos no podían abrir los ojos en ningún momento y se tenían que limitar a sentir solamente el amor de los abrazos y caricias que iban a recibir, sin saber de quién eran. Nosotras teníamos que meternos en el rol de cada personaje y abrazar al hombre que eligiésemos de la manera en la que sintiésemos ese rol, resumiendo, había que abrazar como amiga, como hermana, como hija, como madre, como esposa y como amante. En el caso de que necesitásemos nuestro espacio, también podíamos quedarnos de pie meditando y sintiendo nuestra respiración. Nos pusieron una música súper yoga, de las que te hacen casi levitar, hicimos unas cuantas respiraciones muuuuuuuuuuuyyyyyyyyyyyyyyyy proooofuuuuuuuuuunnnnnnnnnndaaaaaasssssssss, y empezamos eligiendo a un hombre para abrazar como amiga. En mi caso, más que elegir, al ver que a mi amigo no le abrazaba nadie pues me vino muy bien y me quedé abrazada a él los cinco, no, diez, no ¡quince! Minutos que duró el abrazo de amiga. Lo único que pensé es que como durasen lo mismo el resto de roles, nos iban a dar las tantas ahí abrazándonos, y a mí, quitando a mi amigo, me apetecía muy poco abrazar al resto. Gatita, ¿para qué te has apuntado con lo bien que estabas a tu bola?

El siguiente abrazo, nos tocaba el de hermana, y yo, mirando al grupo, no hacía más que pensar, y a quién abrazo como hermana si mi conexión con el grupo es cero, si es que ni disimulando o actuando… Así que me decidí por la opción necesitaba mi espacio y me quedé de pie sintiendo mi respiración, y eso sí, con cara de intensidad, otros ¡¡¡15 minutos!!! Gatita, no puedo más. Y ahora… la rusa con voz de espíritu nos dice que abracemos como si fuésemos hijas… No, gatita, no. Otros 15 minutos de pie, no, y abrazar como hija, pues sí, con lo importante, fuerte y clave que es la figura de mi padre para mí, es que vamos, a este grupo de insulsos no le doy yo un abrazo como si fuese su hija ni de casualidad, pero vamos, ni a mi amigo, que encima nos va a entrar la risa floja como antes y todos nos van a mirar con mala cara haciéndonos sentir culpables por no estar en el grado tántrico requerido. Gatita, piensa en algo, rápido. Así que decidí poner cara de tanta intensidad que hice como que me mareaba. Se acercaron enseguida la master rusa y su intérprete y les dije que estaba sintiendo todo de una manera tan fuerte y tan intensa que necesitaba apartarme y liberar todo el shock emocional que estaba teniendo. La rusa me miró y me dio un abrazo fuerte y serio, y me dijo que qué gran sensibilidad tenía, que me fuese tranquila a respirar por el desierto y volviese cuando se me hubiese pasado. Eso hice, a mi manera, porque volver, volver, volví sólo para la cena.

El final del día siguiente consistía en un ejercicio de relajación al que también decidí unirme por terminar el fin de semana juntos, aunque me imagino que a esas alturas ya me habrían tachado de insociable y de no estar en su misma conexión espacio-espiritual. De nuevo música relajada para sentir nuestro interior, de nuevo por parejas, de nuevo con mi amigo porque, je, je, con él nadie se ponía de pareja, y porque de elegir, era lo mejor que podía elegir, y de nuevo, sin poder contener la risa floja, y es que el ejercicio consistía en un masaje (totalmente estándar, nada erótico-festivo), y cómo no reírme, si cada vez que la master rusa decía:

–  Sujeta el pie derecho de tu compañero y muévelo en círculos muy despacio de fuera a dentro – la rusa.

–  Ese es el pie izquierdo – yo.

– ¡Ah! Je, je… bueno es un pie al fin y al cabo – mi amigo.

– Eso no es un movimiento en círculos, me estas machacando el pie de arriba abajo – yo.

– ¡Ah! Je, je… si esto de los masajes no es lo mío – mi amigo.

– Y ahora cambiemos el movimiento y con las palmas de las manos hagamos un masaje lento del talón a los dedos – la rusa.

– Eso no es el talón, me estás agarrando el tobillo – yo.

– ¡Ah! Je je… ¿ahora? – mi amigo.

– Sí, ahora sí es el talón, pero lo de mover en círculos era hace un rato, ahora es de arriba a abajo – yo.

Risa floja y sin parar, mi amigo y yo.

Caras de no volver a aceptarnos en su grupo, el resto.

Pues eso, yendo al desierto para leer unos libros tranquila y descansar de la ciudad, se convirtió en cómo practicar una sesión tantra y no morir en el intento, y eso que todavía queda el valle de los secretos, el fondo del mar y la joya Piaget. Será a la próxima. Mientras,

os sigo observando.

@acatinthedesert

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