Desde mi Libertad… y cómo Phil Collins sigue insistiendo

Desde mi Libertad… y cómo Phil Collins sigue insistiendo

En el desierto todo se mueve un poco a lo montaña rusa. Debe ser su naturaleza extrema. El todo, la nada. El calor, el frío. El sol, la luna. Puedes pasar de disfrutar de una mágica noche, puesta de sol o amanecer, a no sobrevivir a plena luz del día.

Este continuo up and down queda reflejado en la naturaleza de la personalidad, sin necesitar ser un beduino, y en los devaneos diarios de una sociedad que ha evolucionado, a lo extremo en el desierto, de la nada al todo, del camello al Ferrari, de la tent al rascacielos, de la humildad a la opulencia, del té en la alfombra sobre la arena, al té de lujo de siete estrellas. 

No quiero frivolizar. Repito mi mensaje en la introducción de esta serie de historias. No hago un análisis social, político, histórico… sólo reflejo, como en un espejismo, las impresiones de un gato en el desierto. Curioso, un gato muy curioso, desplazado y adaptado a un entorno nuevo y mágico, donde el presente, le va uniendo al pasado y donde hasta el tiempo, de repente, funciona de manera diferente. Todo tiene que pasar de manera frenética entre octubre y mayo, de manera transitoria preparándote para el up, en septiembre, y para el down, en junio, y casi no pasa nada, en julio y en agosto. Por no hablar de cuando te pilla Ramadán, que como te pille, como este año, en pleno junio, al que le sigue la nada de julio y agosto, ríase usted del vuelva usted mañana de Larra y a ver quién supera que en pleno mes de mayo te digan vuelva usted en septiembre.

Estar up o estar down se convierte casi en ejercicio habitual de la naturaleza del desierto, y, los cambios de los ciclos lunares, con las mareas que les acompañan, cobran todavía más relevancia. Además, vivimos en una cultura que sólo certificando los cambios de las fases de la luna, avanzamos en el tiempo.

Desde que vivo en este desierto urbanizado un torrente de emociones profesionales, personales y sociales han ido (trans)formando parte de mi historia. Cada día que pasa es ya historia. No vuelve. No existe. Permanece sólo como parte del camino que sigue en constante (trans)formación. Entonces ¿qué somos? ¿cómo somos? 

Lo efímero se define muy bien en el desierto. Efímera es la duna que cambia con cada momento del día. Todo es nuevo por instantes. No es una esencia rocosa que permanece resistente a la erosion, apenas apreciada con el paso de muchos años. Las dunas se transforman incluso en cada segundo, minuto, a instancias del viento, la brisa, el sol, o cualquier elemento vivo

desert dunes

que lo habite. Un minúsculo insecto puede modificar su patrón dibujado en fina arena que no permanece inmóvil ni las 24 horas en las que medimos un corto plazo de tiempo, el día. Las referencias se pierden porque no hay puntos de encuentro, o los que hay, para nosotros son prácticamente invisibles. Seguro que cualquier beduino se estaría riendo de todo lo que estoy escribiendo, pero un gato de ciudad, en el desierto, lo vive y lo siente así.

Y ha sido desde la lejanía del desierto, desde donde he vivido la desgarradora experiencia de la muerte cuando no toca. Una bofetada de humildad al comprobar, de verdad, la fuerza del instante, el poder del “ahora”, el mundo, ya no es igual. La vitalidad de la acción, que tiene cada instante. 

Aunque este gatito ha sido siempre muy meloso, desde el aprendizaje real de la muerte, aprovecha, todavía más, cada momento para decir te quiero, para dar las gracias, y, para, desde cualquier dimensión, de cualquier problema, intentar siempre mirar arriba, que abajo y con tacones, ni queda bien, ni tiene sentido.

La muerte no te enseña, te enseña la vida, que es lo que nos queda. La muerte te da una bofetada sin capacidad de devolverla y te obliga a evolucionar. Y como no evoluciones, sin buscar explicaciones y envuelto en amor, te quedas… te quedas… te quedas… y hay una cosa que si que nunca te puedes permitir, estar muerto en vida.

Volviendo a este lío existencial, de qué somos o cómo somos, me he visto envuelta en estas últimas semanas. Lo he solucionado, creo, como tenía que hacerlo, rompiendo,   dos cosas, el miedo y la prisión. Es bonito el compromiso adquirido con tu libertad. Nos comprometemos con espacios, personas, tiempo… Lo que no vale nunca es confundir ese compromiso, libre, con vinculo tóxico que te debilite, o, impida que tu esencia sea fuerte y libre y, lo más importante, SEA.

Este proceso no es rápido ni sencillo. Suele ser lento, doloroso y lleno de ansiedad. No ves nunca la salida, hasta que la salida llega sola porque estabas en el camino. De repente tu historia, se queda en éso, pasado. Te deshaces de todo lastre, dejas tu casa, vendes tus muebles, haces tus maletas, guardas lo básico en cajas, hablas con tus amigos, das esperanzas a tu familia y sales.

Me he sentido tan libre, con todo el ac…j…ne que ello implica, como en la canción que tan mágicamente canta Ana Belén, Desde mi libertad:

No estaba sentada en el andén, pero sí en una bonita duna.

Mi cuerpo temblaba y podía ver,

Que a lo lejos silbaba el viejo tren,

Como sombra del ayer.

Desde mi libertad

soy fuerte porque soy volcán,

nunca me enseñaron a volar,

pero el vuelo debo alzar.

Y el desierto se abrió, como en el Éxodo se abrió el Mar Rojo. Y apareció un camino, diferente al que conocía.

En este maremágnum emocional lo importante es reinventarse, y, si lo haces con humor, mejor. Me inventé una película de espías, y desde la base de Mirlo Blanco en Emiratos, le transmitía a Mirlo Verde (gran amigo y compañero), en su destino, que el pájaro negro ya no acechaba y que la jaula se abría.

woman spy– Mirlo blanco a mirlo verde, mirlo blanco a mirlo verde ¿me recibes?

Mirlo verde no tenía ni idea que le estaba convirtiendo en mi aliado en este proceso vital, pero, divertido, me siguió el juego.

– Aquí mirlo verde, mirlo verde a mirlo blanco, mirlo verde porque tú lo dices, que ya me podías haber puesto otro nombre porque este me suena a gay, y yo soy muy macho.

– Mirlo blanco a mirlo verde, autodestruye estos mensajes, la misión es muy compleja y el pájaro negro merodea.

– Mirlo verde a mirlo blanco ¡¡¡sal ya de la jaula!!!

– Mirlo blanco a mirlo verde, estoy en ello, pero no es tan fácil, tengo la casa llena de muebles.

– Aquí mirlo verde, con este nombre que me has puesto, me están entrando ganas de comer alpiste. Me encuentro despistado, cuál es la misión, y por qué no se elimina al pájaro negro.

Y yo, que en vez de gato era esta vez mirlo blanco, aparte de fantasear como si estuviese en una novela de Frederick Forsyth, estaba sufriendo el gran proceso de transformación que toda gatita sufre cuando de dos corazones se pasa a uno.

– Vale mirlo verde, no me fastidies el plan, en próxima misión serás toro amarillo, pero en ésta tienes que seguir siendo mirlo verde, y aquí, mirlo blanco base en Emiratos a mirlo verde, que no sé muy bien donde estás, pero que sepas que ¡el pájaro negro ha cantado!

– Mirlo verde a mirlo blanco, no me fastidies, que no me entero, pájaro negro no da la nota ¡¡¡sal ya de la jaula!!!

Decidí cortar toda la comunicación, porque apenas yo me estaba también enterando de qué iba mi película, hasta que de repente un día lo conseguí.

– Mirlo blanco a mirlo verde, mirlo blanco a mirlo verde. He volado. Pájaro negro ya no en mi camino.

– Mirlo verde a mirlo blanco, ENHORABUENA. Este mensaje y todos los anteriores se autodestruirán enseguida y, por favor, no quiero ser pájaro en la siguiente entrega.

Desde mi libertad las canciones de amor ya no me hacen llorar.

Y el otro día, por casualidad, escuchando la radio sonó la bonita One more night de Phil Collins y de nuevo haciendo uso de mi imaginación, me puse a hablar con él.

– Que no Phil, que no – yo.

– A ver my darling Cat in the desert- porque él me hablaba en inglés- todo corazón que parte ¿cómo no va a pedir una noche más y que sea la última? – él, Phil.

– Que no Phil, que no – seguía yo.

A todo esto, en el bar que nos encontrábamos, como vieron que entraba con Mr. Phil Collins nos pusieron de fondo su música, curiosamente la balada de la que hablábamos.

One more night, one more night

I’ve been trying ooh so long to let you know

Let you know how I feel

Please give me one more night, give me one more night

One more night cos I can’t wait forever

Give me just one more night, oh just one more night

Oh one more night cos I can’t wait forever

– A ver Phil, que le pides otra noche, y cuando te la da, pues le vuelves a pedir otra, y así tu canción se convierte en la historia interminable y no hay quien salga del mal rollo – yo.

– Phil, que no es nada personal, que a mí me encantan tus canciones. Que eres un músico excepcional. Que tu época de Genesis la adoro, pero que Phil, que si me meto en el lío de pedirle otra noche más, no hay quien termine, porque si me la da (que sé que me la va a dar) entonces, de nuevo, puedo, por favor, pedirle otra más. Que de verdad que tu canción es muy bonita pero que es tricky, que sigues pidiendo, y cada vez que tienes otra, vuelves a pedir la última, lo que acaba haciendo una media de a lo mejor dos ultimas noches al mes, que, multiplicado por el año que te dura el enganche, hace una media de 24 a pongamos 30 últimas noches al año, y, mi querido Phil, de verdad, es una pérdida de tiempo porque se podían haber aprovechado en 30 maravillosas primeras noches… como si son 30 “aquí te pillo aquí te mato”, la alegría para el cuerpo sin compromiso, que sí Phil, de verdad, que sí, que mucho mejor un “aquí te pillo aquí te mato” más que arrastrar siempre la misma historia – yo.

– Visto así me haces dudar- Phil.

– Phil, tú canción es ya un clásico de las mejores baladas, tú tranquilo, pero que me quedo con Ana Belén, que me dice que soy volcán y, es que, vamos, que estoy a punto de estallar, por no empezarte a contarte la historia del mirlo blanco y el mirlo verde que sé que no te vas a enterar.

Y ahí terminó mi conversación con súper Phil Collins, como un espejismo en el desierto. Y es que eso es lo que te puede pasar cuando vives rodeado de dunas de colores, los espejismos, parecen realidad, pero recuerda, que la única realidad que te pertenece, es cada segundo de tu existencia.

He volado, y soy felino.

@acatinthedesert

A Cat in the Desert

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