1, 2, 3… 5, 6, 7… Maaaaaaambo o la magia de la ilusión

1, 2, 3… 5, 6, 7… Maaaaaaambo o la magia de la ilusión

De Dubái a la Habana, allí nos plantamos como si estuviésemos hablando de Dubái a Abu Dhabi (140 km) ¿Y qué importa la distancia cuando lo que te sobra es ilusión? Y sobrada de ilusión me monté en un avión, en Dubái, que me llevaría con escala francesa a la Habana. Sí, con ilusión me monté, y también sin el visado correspondiente. Imagínate si el gatito llevaba ilusión, que viajar sin visado, no es que no le importase, es que con tanta ilusión imaginaba que todo en el camino podía resolverse. ¿Visados? Yo, como Alicia en el país de las maravillas, o como Dorothy en la tierra de Oz. Así embarqué en Dubái vía París con destino a La Habana.

Lo de por qué volaba sin visado es una historia que debería ser contada en otro momento, y lo de por qué confiaba tanto en mi rollo Alicia o Dorothy y que todo se solucionaría, es parte de mi impulso vital que me acompaña desde que nací, y que, aunque tengo que decir que me ha traído momentos únicos, también me ha metido en unos líos que siempre prometo nunca más… y… hehe, van conmigo a todos los lados, innatos, como la sonrisa, los tacones y la ilusión, no podría ser sin ellos, o, sería, pero de otra manera.

¿Qué es la vida sin ilusión? La pregunta como tal es maravillosa, pero la realidad, también como tal, funciona con sus parámetros y normalmente se olvida de los cuentos de hadas, con lo cual, por mucho que seas Alicia en el país de las maravillas, Dorothy en la tierra de Oz o Kim Kardashian en bikini, sin el correspondiente visado a Cuba, no entras… o maybe si fuese la Kardashian en bikini… sí. ¿Te imaginas? Yo soy el funcionario de aduanas y se me presenta la Kardashian en un dos piezas… y le abro las puertas y la puerta grande si es necesario, pero claro ¿y si el funcionario es funcionaria? Lo dicho, lo que sea, pero con visado. Como mi amiga que siempre me dice, y perdón por lo directo, “hagas lo que hagas… siempre con bragas”.

Está claro que lo suyo es encontrar algo de equilibrio, o no dejar que el desequilibrio se convierta en una cuesta de tantos grados que sea imposible la calibración. Te ilusionas tanto con tu nuevo amor, que te olvidas de ti. Te vuelves loca con tu nueva casa, que te olvidas que el espacio no te define sino tú a él. Te ilusionas con planes a medio y largo plazo y te olvidas que hoy es tu mejor plan. Te ilusionas… te olvidas ¿es que nunca puede haber un “maridaje” perfecto? Como el día que me ilusioné tanto con nuestro primer perro, un fantástico cruce de mastín de los pirineos con samoyedo, que cuando lo llevé a casa, sabiendo que me iban a “matar” se me olvidó decirles que era perra en vez de perro, y le estuvimos llamando Pepe, por capricho de mi padre (yo callada…) por no sé cuánto tiempo, hasta que un día me preguntó:

– Hija mía, tú estás segura que esto es perro y no perra… – Él.
– Papá, papá – con unos lagrimones de teatro con edad de 15 años – es perra pero si te lo decía me ibais a decir que NO seguro… y con la ilusión se me olvidó… – Yo con 15 años.
Ese mismo día a la hora de la comida, mi padre sentenció.
– A partir de ahora Pepe se llamará Pepa -.

Y Pepa se quedó con nosotros hasta el final de sus días, ya muy mayor, y fue muy feliz.

Lo de la discriminación de sexo perro-perra, merece también un capítulo aparte, pero mascotas femeninas vienen con celo incorporado más opción a sorpresa y camada sin que te lo esperes… Yo soy gatita, y mujer, y sí, los hombres siempre te miran sabiendo que una vez al mes estás en celo con las hormonas alteradas y una temporada bastante larga en tu vida open a la maternidad, lo dicho “problemáticas”.

No me suelen gustar los análisis femenino-machistas, ni suelo coincidir con ellos, ni me gusta generalizar. Sabéis que observo y cuento lo que veo alrededor, también os observo y cualquier día, tu alrededor está aquí escrito sin que te des cuenta.

Gata, hembra, con todos mis “problemas” de alteraciones hormonales y con mucha ilusión me fui a Cuba. Y sin visado, ya lo sabemos. Dubái-París, 7 horas. Dormir, leer, ver pelis, chequear emails, observar las cabezas colgantes de los que se van durmiendo en el avión a tu lado ¿os habéis levantado alguna vez cuando estáis en un vuelo por la noche para mirar todo el pasillo que tenéis enfrente? ¿cuál es el panorama? Pues muchas cabezas colgando de lado a lado, sonidos de todo tipo, caras de mal humor porque el que no está dormido tiene que aguantar a los que sí lo hacen a su lado y casi a su costa, un show, vamos. La próxima vez que viaje de noche en avión me hago un selfie con las cabezas colgantes detrás y luego lo posteo, igual me convierto en viral y me hago famosa.

Yendo a San Cristóbal de La Habana, que así se llama oficialmente la capital de Cuba, desde la otra parte del mundo, Dubái, me preguntaba cómo llevando ya casi 7 años por el desierto, no había viajado todavía a los destinos lógicos como Jordania, Sri Lanka o Maldivas y sí me había aventurado a los ilógicos de Nueva York, La Habana o Gotemburgo en Escandinavia!!! Como no tiene más explicación que la de la ilógica del destino, continuemos con un viaje de los de largo recorrido, pero no por la distancia, unos 13.000 km, sino por el recuerdo.

El origen del viaje era un famosos festival de baile que se celebra todos los años en el mes de noviembre. Miles de personas de todo el mundo juntas para bailar y “pa’gozar” como diría Celia (Cruz). La energía del momento no hace falta que la describa porque os la podéis imaginar: Cuba en su pura esencia, música con músicos espectaculares (no de DJ) a todas horas, mojito, daikiri, ron o piña colada hasta desayunando, gente con ganas de bailar lo que significa con ganas de sonreír, entorno mágico y vital por definición, actividad desde las 11 de la mañana (que lo de madrugar no es lo de ellos) hasta la hora que cada uno eligiese para terminar su día-noche, excursiones por Cienfuegos, Trinidad, Bahía de Cochinos, playas de Varadero, gatitos cubanos alegrándote el día con su labia (y no profundizo en el resto) y gatitas cubanas también alegrándote el día con todo lo que sea porque es imposible de otra manera. En Cuba todo te alegra el día y la noche es interminable.

Pero yo viajaba sin visado. Y aterrizada en París, las cosas empezaron a cambiar, como si la disciplina francesa te diese una bofetada de realidad y seriedad. Yo pensaba, hombre ¿pero esta no es la ciudad de donde vienen los niños? ¿Cómo puede ser que te corten el rollo de una manera tan poco delicada?

– Sin visado no sólo no entra en Cuba sino que no sé ni cómo le han dejado embarcar desde Dubái – Una señorita muy seria.

Esto es lo que tenía que pasar, pero con mi ilusión contaba que con las 5 horas que teníamos hasta tomar la siguiente conexión, no habría problema en encontrar un stand de agencia de viajes que me emitiese el correspondiente visado. Lo que la ilusión no me hizo ver es que siendo la escala de 3 a 8 de la mañana, en ese horario lo más probable fuese que estuviese todo cerrado. Y eso pasó. Que me dijeron que estaba todo cerrado y que la embajada, para lo que tenía que salir a París capital, no abría hasta las 8 de la mañana, hora en la que yo se suponía volaba.

¿Cuántas veces hemos oído eso de no aceptes nunca un NO por respuesta? Y ¿cuántas veces le hemos hecho caso de verdad? Pues hay que hacerlo, siempre. Al menos no aceptes nunca un primer NO por respuesta, y menos, cuando sabes que no tiene lógica, y puede que para tu interlocutor sea la respuesta más fácil para no hacerle trabajar.

-Perdone, no me puedo creer que un aeropuerto internacional como el de París, no tenga abierto 24 hours en cualquiera de las terminales, que tengo 5 horas para recorrérmelas todas, una agencia de viajes o delegación que emita visados a destinos lógicos y frecuentes en este aeropuerto.
– No – La no amable señorita.
– Puede por favor mirar bien el directorio y darme algún teléfono de información – Yo.
– Bueno, espere – La señorita cada vez menos simpática sin que yo tuviese la culpa de que le tocase trabajar en el turno de las 3 de la mañana y estuviese de mal humor por estar allí en vez de durmiendo en su camita – Aquí tiene, vaya a la Terminal X, número X y pregunte allí –.

Eso hice, recorrí casi todas las terminales, y cuando la ilusión casi podía conmigo, allí estaba, el stand deseado de no me acuerdo qué agencia de viajes. Casi 5 de la mañana y con una sonrisa que a mi me pareció la de Robert Redford en Memorias de África cuando le lava el pelo de manera tan erótico-festiva a Meryl Streep, me dijo ¿Visado para Cuba? Aquí lo tiene, son 50 euros.

Después de dos horas me junté con el grupo que nada sabia de mí, y en cuanto vieron mi cara sabían que la gatita seguía el viaje. También lo supo la señorita tan poco simpática cuando con toda mi alevosía me pasé delante de ella haciéndole saber que sí, que embarcaba a Cuba, y que por favor, intentase estar mejor informada, y vuelvo a recordar lo del primer NO por respuesta.

De nuevo 9 horas en un avión, de lo que sólo contaré, que la teoría de las cabezas colgantes y ruidos varios se volvía a repetir.

Y sí. Aterrizamos en La Habana. Mi querido y divertido grupo me cedió el primer puesto en la fila en honor a mi hazaña que NO vuelvo a repetir, y, el resto, se merecería un temático blog de viajes solamente dedicado a esta isla porque es imposible definirlo todo aquí. Son infinitas las cosas que podemos contar. Las anécdotas, la personalidad de sus habitantes, el “morro” que también le echan, la alegría y la música por encima de cualquier otra cosa, y, el baile. El baile como sangre en las venas, el baile para comunicarse, para relajarse, para olvidarse, para divertirse, para lo que sea, pero en vez de con azúcar, por favor, con un poco de 1,2,3…5,6,7. Solamente lo puedes entender si estás allí, y no puedo describir las rutas turísticas porque me quedaría corta y porque la única ruta que teníamos era la que nos llevaba a los mejores conciertos de músicos cubanos que se celebraban durante esos 8 días del Festival.

Miles de personas para bailar a ritmo “casinero”, miles de personas desde niveles de menos cero, vamos, los que les cuesta coordinar cualquier movimiento del cuerpo con cualquier compás musical. Esos sí que tenían más ilusión que yo, y eso es lo que cuenta. Hasta profesionales y otros que ya era un poco too much. Pero daba igual. Allí nos mezclamos todos los del mundo con todos los de Cuba y eso fue una bomba de energía y de alegría.

Sí contaré el conflicto de identidad que se produjo con el grupo que venía de Emiratos (éramos 14). Y es que durante los conciertos, así en plan momento culmen de energía, el cantante de turno decía y dónde está mi gente de México y un montón de mexicanos hacían mucho ruido. Luego decía y dónde esta mi gente de Venezuela, y otro montón de venezolanos hacían todavía más ruido que la nacionalidad anterior. Así, se preguntó por yo creo casi todas las nacionalidades que nos podamos imaginar, españoles, italianos, franceses, japoneses, alemanes, argentinos, colombianos… Pero jamás nadie preguntaba por ningún país de Oriente Medio. Al tercer día nuestro organizador habló con los del festival, en plan, por favor, esta noche que pregunten por dónde están los de Emiratos que nos hace mucha ilusión. Y lo hicieron. Y gritamos tanto, que parecía de verdad que éramos de Emiratos… y no muchos entendían que éramos el grupo más raro porque emiratíes solo había uno, y el resto éramos, dominicanos, españoles, libaneses, franceses, italianos, ucranianos, rusos y un cubano… pero nosotros éramos felices respondiendo con mucho ruido y risas a la pregunta de ¿dónde está mi gente de Emiratos?

Cuando volvimos, a las pocas semanas se anunció el inicio del proceso de apertura de las relaciones Estados Unidos-Cuba, y al año, ya estaba allí hasta Chanel desfilando por el Paseo del Prado.

Volveré pronto, lo sé. Con más ilusión y con mi visado en regla.

Lo que no he contado, y no contaré, es que me fui para ocho días, y al dieciseisavo y dos retrasos de viaje, me tuve que volver porque la realidad, por encima de la ilusión, llamaba ya a la puerta.

Rememoremos de nuevo a la única Celia (Cruz) y al salsero Marc Anthony cuando dice: Como dijo mi Celia, my English is not very good-looking.

Por hoy, termino. Sonrían.

@acatinthedesert

A Cat in the Desert

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